Hace muchos años se produjo una de las concentraciones más espectaculares de apoyo al FSLN en la plaza principal de Managua, era el cierre de la campaña electoral de 1989.
Estaba la Dirección Nacional en pleno del FSLN junto a todos los demás allegados. Pero el detalle esta en que el orador principal tenia en el bolsillo un papel, no era cualquier papel, era un anuncio que haría el orador: Daniel Ortega Saavedra declarando el fin del así llamado Servicio Militar Patriótico, pero todo tuvo su causa y efecto en aquel momento y al ver la muchedumbre en apoyo echo pie atrás y pensaron tener ganada la contienda.
Hasta el día de hoy todavía alguien se pregunta que hubiera pasado si hubiese hecho aquel anuncio y que paso con esa muchedumbre de apoyo el 25 de febrero de 1990. Simplemente se esfumo de un tajo y sucedió lo impredecible cuando Violeta Chamorro le gano a Daniel Ortega con el 54% de todos los votos, contra todo pronostico, contra todo análisis.
En aquel momento el punto de desgaste lo podríamos definir como un referéndum: seguir la confrontación o terminar con ella. Los votantes se decidieron por terminar la guerra en definitiva.
Ahora el escenario es sumamente distinto y la crisis de credibilidad política es mucho mas profunda.
Por un lado tenemos a un Frente Sandinista que en definitiva se ha distanciado de la colectividad que le caracterizaba a terminar en un partido sumamente familiar y controlado. Así mismo ha re-escrito leyes a su favor y ha violado leyes que el mismo sandinismo aprobó en primera instancia para optar por la re-elección de su máximo líder Daniel Ortega Saavedra.
Del otro lado de la acera tenemos a una oposición sumamente dividida y desarticulada, que a su vez tiene problemas hasta de articular un mensaje claro de lo que quieren hacer, no actúan unidos, todos quieren ser presidente y en algunos sectores -léase PLC- arrastran el costo de haber pactado cuotas de poder a todos los niveles para salvarse de una y otra cosa incluyendo la carceleada de su candidato Arnoldo Alemán.
Resulta ahora imposible de obviar a un Fabio Gadea Mantilla que no sabemos quien convenció a quien para que el se convirtiera en presidenciable y en honor a la verdad batallado en articular un mensaje en concreto.
Al Sandinismo le conviene desde toda óptica ver a un Arnoldo Alemán dividiendo el voto y restarle posibilidades el verdadero contendor que por ahora es Gadea Mantilla.
Entra pues el espectro de las encuestas. Todas dan ventaja al partido en el poder la única variante es cuantos puntos negativos o a favor tiene el mas cercano contrincante y el factor del voto oculto o del miedo y aquí la historia se repite junto a la apatía y la incertidumbre con la novedad de que en esta ocasión todos estos factores están ahora mucho más palpables en este nuevo capitulo electoral de la historia Nicaragüense.
La realidad es que el nicaragüense anda buscando una esperanza y la realidad objetiva es que no la encuentra. La pregunta que le queda al electorado en las circunstancias actuales es responder el día de las elecciones votando por más de lo mismo pactado en cuotas de poder o apostarle a la variante de los demás. Ninguna de estas opciones garantiza nada por el momento por que la historia ha mas que demostrado que esto de las promesas electorales se vuelve algo meramente coyuntural.
Nicaragua no ha tocado fondo todavía en el tema del relevo generacional por que simplemente no ocurre. En eso todos los partidos políticos son culpables de no hacer suficiente.
No se puede obviar el nuevo desgaste que hay en Nicaragua y en esta ocasión es el claro vacío hacia la aplicación y respeto a las leyes de Nicaragua. Hace unos días un ex contra tomo dos leyes de estas y las puso en la basura -guardando las distancias- lo que hizo este señor es un reflejo de lo que la gente piensa de muchas leyes en Nicaragua, simplemente no sirven por que no las respetan, son papel mojado y hasta se podrían calificar hasta de retrogradas en algunos casos.
La escogencia del votante al final se podría centrar en optar por más violaciones a las leyes y más desorden u optar por una clara definición a favor del respeto y el orden constitucional. Ese bien puede ser el referéndum -no escrito- de estas elecciones.
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